Amanece. Hace tiempo que estás en el hide. El frio, poco a poco, se va desprendiendo del cuerpo. No has sido previsor y no has llevado el termo con té. Te desentumeces. Ya has hecho unas cuantas fotografías, por quitarte el mono. De pronto entra un Ratonero y se posa de manera elegante. Mira de forma inquisitiva a su alrededor. Sabes que no te ve y ni te oye. Estás en silencio. Pero algo intuye. Esa postura y esa mirada no la olvidas durante días.
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