El aire olía a miel. Relleu.

El aire olía a miel. Hay épocas que el campo tiene sus sonidos, en esta sin duda es el zumbido de las abejas.

The wall. Un món bidimensional.

 Primeras pruebas.

Columna barroca, cuando el arte imita a la naturaleza. Relleu.

 

Hace años cuando vi este almendro, su tronco me recordo una columna barroca. Supongo que muchas formas arquitectónicas han bebido de forma directa o indirecta de la naturaleza. 

Los moradores de la escarchada laguna.

Bigotudo (Panurus biarnicus)

Bisbita alpino (Anthus spinoletta)

Carricerín real (Acrocephalus melanopogon)

Gorrión moruno (Passer hispaniolensis)

Martín pescador (Alcedo atthis)

Mosquitero común (Phylloscopus collybita)

Pájaro moscón (Remiz pendulinus)

Pechiazul (Luscinia svecica)

Petirrojo (Erithacus rubecula)

Ruiseñor bastardo (Cettia cetti)

Tarabilla común (Saxicola torquata)

Llegamos al "amagatall"-palafito impulsando el barquero la barca con la percha . Descargamos los bártulos y en el estrecho recinto montamos los trípodes y las cámaras fotográficas. Poco tiempo tuvimos que esperar. El frío aguijoneaba a los moradores de la escarchada laguna. Y así, poco a poco se fueron mostrando. Al principio nos invadió una lógica vorágine. Ajustar el ISO, el diafragma, enfocar y poseídos por la urgencia de inmortalizar a los habitantes de la laguna, apretar compulsivamente el disparador. Lacónicos comentarios se sucedían, a la izquierda un gorrión moruno, a la derecha un pechiazul, el "bigotudo", el "bigotudo" a la derecha. Era la especie que habíamos venido a fotografiar. Horas de conducción y cientos de kilómetros para poder verlo y fotografiarlo. Aunque para ser sincero quien más me fascino, fue el Carricerín real.

Las maldiciones se escapaban cuando el compañero te avisaba de una nueva especie que estaba fuera del ángulo de visión.

Excitados por los cambios de luz a sombra y a luz. La velocidad de la cámara era una noria rusa, ascendía y descendía según la luz que había donde enfocabas.

Fue el principio de una jornada inolvidable.

Para hacerse una idea de las condiciones de supervivencia de estas especies el Carricerín real tiene una longitud de 12 cm y un peso de entre 10 y 14 gramos. El Bigotudo por su parte tiene una longitud de 12,5 cm incluida la cola que mide 7 cm,

Sigo soñando con los moradores de la escarchada laguna.

Despuntaba el día.

 

Apenas despuntaba el día. Al barquero le costaba abrirse paso entre la fina capa de hielo que se había formado durante la noche en la laguna. Los -5º grados se notaban. Era el principio de una jornada fotográfica larga y llena de sorpresas.

Posiblemente hace unos años se cazaría en la zona. Indudablemente hay un cambio generacional en el uso del territorio.

Por delante toca revisar miles de imágenes almacenadas en las tarjetas.