Los jóvenes que lucharon por la democracia siguen dando lecciones de dignidad, ahora luchando por las pensiones (fruto de su trabajo). Como bien recuerda alguna pancarta son un derecho, no un regalo. Mientras hay dinero público (que pagamos con nuestros impuestos) para rescatar autopistas (negocios fracasados impulsados por élites económicas en complicidad con élites políticas, alejadas de las necesidades de los ciudadanos), para la iglesia, para la compra de armas (que pagaremos durante décadas y que se volverán obsoletas), no hay dinero para las pensiones de la gente que ha trabajado y levantado este país. Estos jubilados son los verdaderos patriotas, los que lucharon por la democracia, por una sanidad universal, por una educación pública y por una sociedad laica. Más respeto para nuestros mayores. Por cierto su creatividad no se quedo anclada en la transición, siguen creando con sus improvisadas pancartas.
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