Visita a Valencia, fugaz, como casi siempre en las últimas décadas. He quedado con un amigo para tomar café. Mientras espero recorro el mercado central, entro en la iglesia de los Santos Juanes y algunas calles aledañas de Ciutat Vella. Observo un limpiabotas, hace años que no veo ninguno. ¿Se estará pasando la moda de las zapatillas para todo?. ¿Estamos volviendo a una sociedad de postureo?.
Luego al hospital, motivo del viaje. Una vez fuera de este me voy caminando, que fácil es caminar por Valencia, hacia la estación del Norte. El trayecto se hace corto y el tren se retrasa. Los Dioses se han confabulado para regalarme un tiempo inesperado en la Estación.
Me encantan los espacios de tránsito de los transportes públicos. Aeropuertos, puertos, estaciones de autobuses y mis preferidas, las estaciones de tren. Espacios de inicio de un viaje.
Estaciones de tren, con su trasiego de gente que viene y va. Como la vida. Con principio y final. Desapareciendo fugazmente las personas en los andenes en pos de su destino. Sustituidas inmediatamente por otras y así día y día. Me gustan las estaciones de tren y sus sonidos. Algo tendrán.
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