Había salido varias veces a buscarte. De manera infructuosa, con la esperanza de un nuevo/casual encuentro. Había sido inútil. De pronto, una mañana estabas ahí, camuflada. A tu aire o mejor, a tu agua. Esta vez el encuentro fue fugaz, unos escasos y valiosos minutos. Suficiente para admirarte. En la mar seguiré buscándote.
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