El minutero había dado más de una vuelta completa al reloj y el sol se resistía a salir. Hacía frio. Como siempre en invierno en la montaña. La zona estaba tranquila, habíamos ido a ver unos trabajos silvícolas. Este invierno es especialmente duro para la fauna, la falta de lluvia ha impedido que salga el pasto de invierno. El monte esta triste, macilento. Las orquídeas de enero no han llegado a florecer. De repente vemos unas ciervas, nos acercamos con el coche lentamente, sin apagar el motor. Si lo hiciéramos saldrían corriendo. Sorpresa estan comiendo entre el triturado de unas ramas de pino. Las marcas que tienen en el cuerpo se las tienen que haber hecho al pastar entre las ramas secas. Hace unos años vimos una cierva con este tipo de heridas y descartamos que fuera sarna, pero no sabíamos como se las habrían hecho, ahora, las fotografías aclaran completamente el origen. Las tres ciervas se dirigen lentamente hacia donde esta otra mayor y una pequeña, debajo de unos almendros en flor. Sigue sin salir el sol. Seguimos ruta, vemos a unos muflones cruzar la pista corriendo, se detienen dentro del monte. Oímos el entrechocar de los cuernos de dos machos. Solo me da tiempo a hacer una fotografía testimonial. Hace frio. El sol se resiste a salir.
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