Silencioso, siempre vigilante, oteando el horizonte. Después del último te en casa de mi vecino y amigo, llego silencioso, una vez más, el guardián de la noche. Hacía tiempo que el sol se había desaparecido detrás de la sierra de la grana. Ese momento que la luz todavía te permite ver tu entorno. Al rato, abrió sus inmensa alas y planeo sobre los campos de cultivo. Desapareciendo entre almendros, olivos y algarrobos. Larga vida al guardián de la noche.
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