Cuando era pequeño uno de
mis terrores nocturnos era el infierno. En catequesis me habían dicho que si
moría en pecado estaría toda la eternidad sufriendo. Ir al infierno, era sufrir
infinitamente.
El concepto de infinito para
un niño es incomprensible.
En el instituto los
profesores de matemáticas me enseñaron ese concepto.
Pero no fue hasta la mañana
del 20 de mayo cuando sonreí mientras miraba los dibujos de la espuma del mar
en la orilla de la playa e intuía de forma sencilla, como esos dibujos efímeros
y luminosos, siempre cambiantes e interminables me mostraban el infinito, pero
de una forma amable y luminosa.
Luego soy yo el poeta ;D
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