Vas para casa y te detienes, no puedes hacer otra cosa que detenerte. Contemplar ese regalo de la naturaleza. El almendro en flor, una carretera local poco transitada, los antiguos bancales abandonados colonizados por los pinos y al fondo la Aitana. Apenas unos minutos llenándote la cabeza de colores, de contrastes, disfrutando, dejando pasar el tiempo.
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